A primera hora de la mañana del pasado viernes, el artista alemán Günter Demnig comenzó a colocar las primeras placas Stolpersteine o “tras(pie)dras”, como se denominan en español, un recuerdo a los 450 madrileños -4 mujeres y 446 hombres- que vieron truncada su vida por el horror nazi.

Este rito, que cumple Demnig, es para él una muestra de respeto a las víctimas. Luego es la propia ciudad, y ya son más de 24 países y 1.800 localidades europeas, la que continúa este acto de memoria.
Entre los doce adoquines que se han instalado en Madrid, tres de ellos figuran en el distrito de Tetuán. Concretamente en las calles de Pinos Alta, de Francos Rodríguez y de Nenúfar.
El monumento más extendido del mundo
Stolpersteine (piedra que te hace tropezar en alemán) comenzó en 1997 en el distrito berlinés de Kreuzberg. El propio Günter Demnig, inventor y persona que realiza de manera manual la instalación de las primeras piedras, ha fabricado e instalado más de 65.000 de estos pequeños memoriales en 24 países, incluso fuera del Viejo Continente hasta llegar a Argentina. Se pueden encontrar en Stolpersteine en Bruselas, Hannover, Burdeos, Roma, Viena, Nuremberg o Praga.
Las primeras obras, en Cataluña
El proyecto Stolpersteine llegó por primera vez a España en Cataluña. Concretamente en el municipio barcelonés de Navas, donde fueron instaladas en septiembre de 2015 las primeras piedras. Desde entonces, se han colocado 112 a otros tantos deportados en 18 localidades; las siguientes lo harán en Madrid esta primavera.
En el suelo de su domicilio y con el nombre y las fechas clave de su vida
Los adoquines son bloques de cemento de 96mm x 96mm x 100mm en los que se inserta en una de sus caras cuadradas una placa de bronce con el nombre de la persona a recordar, la fecha de su nacimiento, de la deportación, la fecha de su reclusión y la de su asesinato.
El texto cincelado suele arrancar con las palabras 'Aquí vivió' ya que se instalan en el suelo delante de la puerta de la que fue vivienda de la víctima, nunca en la pared. Ante estas piedras, lo importante -afirma el artista- no es conocer el idioma sino mostrar respeto, ya que todos suelen acabar con palabras trágicamente conocidas como Treblinka, Theresienstadt, Sobibor, Neuengamme, Lodz, Chelmno o Auschwitz.
